Por eso no lo logramos...

Hoy recibí un mail respondiendo a mi intención de participar en un curso sobre Promoción de Lectura Infantil, labor que vengo desarrollando desde hace 3 años y que, dicho sea de paso, me deja más satisfacciones emotivas que económicas. Quería hacer el curso, tanto como todos los cursos, talleres y proyectos que me ayuden a ser mejor en lo que hago, no como un hecho vanal, no para "conseguir trabajo", simplemente porque amo la lectura, entre los libros me siento feliz y estoy decidida despertar en unos cuantos este amor... Así lo hice en México en las aulas universitarias, así lo hice en Barcelona con Josep y con los niños que ciudaba para seguir el viaje; así lo hago ahora en este bendito país, con mi modesto taller y con mis pequeños aportes a un bello proyecto escolar. Por amor, por puro amor.
Soy una convencida que cualquier esfuerzo, por mínimo que parezca, para acercar a los niños y jóvenes a leer ¡bien valen la pena! nada es poco cuando de despertar una pasión se trata y -aclaro- nada es tampoco demasiado. Por eso, he procurado vincularme con personas que promuevan la cultura infantil en cualquiera de sus ámbitos, teatro, música, pintura, ciencias, etc. Sumando y solo sumando -creo yo- conseguiremos dar un paso pequeñito en el camino de los futuros lectores; niños y jóvenes con miradas más abiertas, objetivas y críticas... después de todo, serán ellos los encargados de arreglar (menuda tarea) lo que los adultos nos hemos encargado de corromper.
Por eso me sorprendió tanto la respuesta a mi petición, cito textualmente uno de los párrafos que enunciaban la negativa: "Creemos que actvidades aisladas no generan el gusto por la lectura...". Decidí no responder ese mail, decidí después de un asombro del que aún no me recupero que no vale la pena seguir insistiendo. Y no es por la negativa, no! Lo que me aterró fué el argumento y comprendí que esta gente no ha palpado las aulas en realidad, descubrí que quienes dirigen estas acciones en "pro" de la lectura nunca han sentido el placer de ver leer a un niño absorto en sus primeros cuentos, nunca han experimentado la maravilla de unos ojos enormes que se abren entusiastas ante las historias de papel. Tristemente me cayó el veinte del porqué, a pesar de las cientos de campañas institucionales promotoras de lectura, no lo hemos logrado...
"Creemos que actvidades aisladas no generan el gusto por la lectura..." Me siguen resonando esas palabras en la cabeza y no alcanzo a creer que sean ciertas... El universo literario solo es uno y de ahí se desprenden cientos de estrellas, millones de anécdotas y sueños compartidos. Leer no es algo que se impone, no es algo que se enseña, leer es una larva que se mete en las entrañas y no te deja en paz! Es una enfermedad de la cual ¡gracias a dios! no existe cura una vez que te inhundó. Para ser promotor de lectura no hace falta ¡ni siquiera tener un título!, no, no, no... no es tan intelectual como nos han hecho creer, no es una moda, no un snobismo. Leer es la más absoluta de las libertades, el más sublime de los ideales, lo más estúpido y lo más ingenioso, incluso lo más ridículo cuando leemos ante niños, cuando buscamos que ellos sean felices con los libros. Lo puede hacer un padre, un abuelo, un hermano, un maestro, un tío o -como en mi caso- un perfecto extraño.
En fin, no quiero volver a gritar furiosa contra los errores y contradicciones del mundo, al menos no por ahora en que estoy reencontrándome con mi yo pequeñito, ese que gusta de compartir con los niños la magia de los libros, ese que es feliz cuando sabe que uno de "sus chamacos" esta leyendo en su cama antes de ir a dormir, ese yo pequeñito que cada semana busca y busca en los estantes de las librerías nuevas historias por descubrir, que guarda cada moneda para preguntar al librero "¿para qué me alcanza?" Ese yo que se deja llevar por sus propios anhelos y que duerme cada noche junto a sus guardianes seguros, sus amigos los libros ...
El blog de mi taller: http://juguemos-a-leer.blogspot.com/ (un modesto intento nomás...)
Lu*
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